Comentario
De cómo los frailes se iban huídos
Estando a punto apercebidos y aparejados los bergantines, y cargados los bastimentos y las otras cosas que convenía para la entrada y descubrimiento de la tierra como estaba concertado, y los oficiales de Su Majestad y religiosos y clérigos lo habían dado por parescer, callada y encubiertamente inducieron y levantaron al comisario fray Bernaldo de Armenta y fray Alonso Lebrón, su compañero, de la orden de Sant Francisco, que se fuesen por el camino que el gobernador descubrió, dende la costa del Brasil por entre los lugares de los indios, y que se volviesen a la costa y llevasen ciertas cartas para Su Majestad, dándole a entender por ellas que el gobernador usaba mal de la gobernación que Su Majestad le había hecho merced, movidos con mal celo por el odio y enemistad que le tenían, por impedir y estorbar la entrada y descubrimiento de la tierra que iba a descubrir, como dicho tengo; lo cual hacían porque el gobernador no sirviese a Su Majestad ni diese ser ni descubriese aquella tierra; y la causa de esto había sido porque cuando el gobernador llegó a la tierra la halló pobre y desarmados los cristianos, y rotos los que en ella servían a Su Majestad; y los que en ella residían se le querellaron de los agravios y malos tratamientos que los oficiales de Su Majestad les hacían, y que por su proprio interés particular habían echado un tributo y nueva imposición muy contra justicia, a la cual imposición pusieron nombre de quinto, de lo cual está hecha memoria en esta relación, y por esto querían impedir la entrada, y el secreto de esto de que se querían ir los frailes, andaba el uno de ellos con un crucifijo debajo del manto, y hacían que pusiesen la mano en el crucifijo y jurasen de guardar el secreto de su ida de la tierra para el Brasil; y como esto supieron los indios principales de la tierra, parescieron ante el gobernador y le pidieron que les mandase dar sus hijas, las cuales ellos habían dado a los dichos frailes para que se las industriasen en la doctrina cristiana; y que entonces habían oído decir que los frailes se querían ir a la costa del Brasil y que les llevaban por fuerza sus hijas, y que antes que llegasen allá se solían morir todos los que allá iban; y porque las indias no querían ir y huían y que los frailes las tenían muy sujetas y aprisionadas. Cuando el gobernador vino a saber esto, ya los frailes eran dos, y envió tras de ellos y los alcanzaron dos leguas de allí y los hizo volver al pueblo. Las mozas que llevaban eran treinta y cinco; y ansimismo envió tras de otros cristianos que los frailes habían levantado, y los alcanzaron y trujeron, y esto causó grande alboroto y escándalo, así entre los españoles como en toda la tierra de los indios, y por ello los principales de toda la tierra dieron grandes querellas por llevalles sus hijas; y así, llevaron al gobernador un indio de la costa del Brasil, que se llama Domingo, muy importante al servicio de Su Majestad en aquella tierra; y habida información contra los frailes y oficiales, mandó prender a los oficiales y mandó proceder contra ellos por el delito que contra Su Majestad habían cometido; y por no detenerse el gobernador con ellos, sometió la causa a un juez para que conociese los dos de ellos consigo, dejando los otros presos en la ciudad, y suspendidos los oficios, hasta tanto que Su Majestad proveyese en ello lo que más fuese servido.